Con buena parte de su superficie en cotas superiores a los 1.200 m, son de gran interés sus formas de modelado glaciar, como valles glaciares y los ibones. Destaca por las importantes y bien conservadas masas forestales mixtas, entre ellas hayedos y abetales. Además, alberga una gran diversidad de flora.
La variedad de condiciones ambientales hacen que los valles alberguen una gran riqueza y diversidad de especies de fauna, algunas de ellas únicas en el Pirineo.
Las actividades agropecuarias y forestales tradicionales han contribuido a modelar un hermoso paisaje que conjuga los elementos naturales con la mano del hombre y que hace de este territorio un lugar atractivo para el turismo. Además, en estos valles se han mantenido interesantes muestras de arquitectura popular, con armoniosos y cuidados cascos urbanos.
Los Valles Occidentales conforman un territorio poblado desde antiguo, como así lo acreditan los numerosos monumentos megalíticos que se encuentran en la cabecera de sus valles. El territorio también ha sido testigo de la presencia romana, cuya huella se manifiesta en numerosos puentes y vías de tránsito.
Fue en este entorno donde transcurrió parte de la infancia de Alfonso I El Batallador, primer Rey de un territorio –Aragón en cuya gestación desempeñó un importante papel el Monasterio de San Pedro de Siresa.